Los últimos minutos de los partidos están resultando ser letales para el Cádiz. Una vez más, y ya van tres desde el comienzo de 2008, el equipo de Antonio Calderón volvió a perder puntos en los instantes finales de un encuentro, pero siendo honestos en esta ocasión no mereció marcharse con mayor premio.
El planteamiento del técnico gaditano daba al traste con la posibilidad de ver en el Helmántico a un Cádiz que llevase la dinámica del partido. El juego con un trivote y la renuncia a la banda derecha, quitando incomprensiblemente a Enrique que fue el mejor ante el Tenerife, produjo que se viera a un equipo sin ideas ni sentido ante un rival cuyos nervios le hacía fallar más de la cuenta. Un Cádiz sin cerebro supo aprovechar la única ocasión clara de la primera parte, ya con el tiempo cumplido, con una genialidad de Natalio que se va de tres defensores y cede a placer para que Bangoura marque su primer gol como cadista. ¿El resto? Para olvidar tanto por una parte como por otra.
En la segunda parte Juan Ignacio Martínez salió con la lección bien aprendida y sabedor que su equipo iba perdiendo injustamente por 0-1. El Salamanca pasó a dominar el encuentro de principio a fin y el Cádiz se limitó a intentar jugar a la contra pero sin éxito. Tanto va el cántaro a la fuente… que al final se acaba rompiendo. Los cadistas se defendían de las acometidas locales sin mayor complicación, pero curiosamente cuando Calderón dio entrada a De la Cuesta para jugar con cinco defensas llegó el gol del Salamanca. Quique Martín, que se había echado a la espalda a su equipo, logró un centro perfecto para que David Rodríguez ante la pasividad de los cadistas pusiera el empate. Sin duda la justicia, gran ausente en el fútbol, hizo acto de presencia para poner más igualdad aún entre el Salamanca y el Cádiz. Ambos se quedan con los mismos puntos, a la misma distancia del descenso y mirando al ascenso como un tren lejano que pueden haber perdido.
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