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viernes, 26 de febrero de 2010

Espárrago y Soler regresan a la ciudad que vio nacer su feeling



Hace casi 30 años Víctor Espárrago y Luis Soler eran futbolistas del Recreativo de Huelva. Ambos vivieron una época dorada recreativista con el primer ascenso de la historia onubense a Primera División. A raíz de ahí surgió una relación entre ambos que nunca más terminaría, y que ahora está teniendo una segunda juventud en el banquillo del Cádiz.
Ambos recuerdan aquellos momentos con un fútbol diferente y una misión bien distinta al actual: "Llegué al Recreativo siendo un jugador veterano con experiencia al que el fútbol le había cambiado. Era agresivo y con marca. Fui mejorando con el tiempo. Nunca olvidaré que estuve en el primer equipo que logró el ascenso a Primera. Luego como entrenador también me dieron en Huelva la oportunidad de dirigir en España con Toni Mancheño de presidente y un gran jugador llamado Martínez Oliva que también estuve en el Sevilla. Fueros seis años allá, cuatro como futbolista y dos como entrenador. Me retiré del fútbol con 38 años, así que no llegué siendo un técnico joven", afirma Espárrago. A ello apunta Luis Soler el surgir del feeling entre ambos: "Tuvimos una excelente relación durante dos años en Huelva, pero hasta el Cádiz en 2004 no llegamos a trabajar juntos. Nos encontrábamos veraneando en Punta del Este y siempre nos decíamos que teníamos que probar la experiencia de estar juntos en un banquillo. Luego surgió la opción del Cádiz y no dudé en aceptar, al igual que ahora en enero. Por encima de todo lo deportivo está mi relación con él. Fue padrino de mi casamiento y su señora es madrina de mi hija que nació en Huelva".
Eran futbolistas bien diferentes. Víctor llegaba desde Uruguay tras haber cambiado su rol: "Siempre fui diestro hasta que me lesioné el tobillo y tuve que usar la zurda. Me costó muchas lágrimas, desilusión y hasta insultos. Recuerdo que en un derbi entre Peñarol y Nacional me insultaron las dos hinchadas: la mía por lo que fallaba y la rival por estar en el otro equipo. Luego estuve cuatro años donde Uruguay entero me insultaba. Incluso llegué a decir a mi familia que no fueran al estadio". Por su parte, el argentino Luis Soler se define de otra manera: "Como central era un picapiedra. No era demasiado fino con el balón". Ambos coinciden en algo: "Pasamos muy buenos momentos en el Recreativo".
Para mañana en el Nuevo Colombino los recuerdos quedarán atrás. Espárrago huye de sentimentalismos: "El Cádiz se juega más porque estamos a tres puntos de la salvación y ellos están en mitad de la tabla. Tendremos un plus ambos equipos al tratarse de un duelo de rivalidad regional". El técnico cadista asegura sentir tristeza por la situación que viven los amarillos: "El fútbol es egoísta con nosotros. Tenemos un error y lo pagamos caro, pero la perfección no existe... Esto tiene que cambiar. A la plantilla le digo que pueden dormir tranquilos. Siempre que se entrena y juega al 120 por ciento no se puede pedir más. Sé que cuando un grupo se propone una cosa lo acaba consiguiendo. Este grupo es joven y tiene que crecer. Ese es el mensaje porque somos anímicamente fuertes". Además, cree que la recuperación de los veteranos puede acabar beneficiando: "Cuando llegamos nos encontramos a una plantilla con mezcla de edades donde todos los veteranos estaban lesionados. Los jóvenes no tenían el apoyo de gente con experiencia, pero ahora se están recuperando y tiene que ayudar".
Una asignatura pendiente que dicen tener Espárrago y Soler es reenganchar a la afición: "En Cádiz da placer entrenar porque es una ciudad donde priman las sensaciones. Entiendo a la afición. Si no existieran problemas futbolísticos no nos habrían llamado", afirma contundente Soler. Víctor escucha y reafirma: "La gente está más pesimista. Quizás la situación económica de la ciudad no esté pasando desapercibida. Nosotros quisiéramos darle una alegría a la gente. Lo estamos intentando para paliarle su desilusión, pero lo cierto es que el equipo aún no ha llamado. Nos marcó mucho el partido ante el Levante, podría haber sido la confirmación de nuestra mejoría".

"Llegamos a llamar a Lucas Lobos para que viniera"
En una larga charla con Víctor Espárrago y Luis Soler tenía que salir obligatoriamente el tema del mercado invernal. Muchos piensan que el equipo debió reforzarse más, pero ambos llegan a la conclusión que era imposible luchar contra las adversidades. "Se iba a dar todo por Ewerthon y Kepa. También estuvimos a punto de firmar a un medio uruguayo que jugaba en Ucrania y era del estilo de Fleurquin, pero se fue a otro país. Llegamos a hablar hasta con Lucas Lobos. He gastado 600 euros en teléfono hablando con unos y con otros para reforzar el equipo, pero no apareció nada realmente que nos sirviera", afirma el uruguayo sin tapujos. Soler añade otra teoría: "Todos querían firmar un año y medio y no conseguimos alguien que nos llenara. A la mayoría les echó para atrás la situación deportiva porque no quieren bajar de Primera a pelear por evitar el descenso en Segunda. A muchos jugadores les ofrecimos mucho dinero y no aceptaron".

"Iba para mecánico tornero mientras recogía naranjas y uvas"
Los comienzos de Víctor Espárrago no suele ser una historia que se conozca entre los aficionados al fútbol. Uno de los uruguayos más reconocidos tras estar presente en tres mundiales sufrió en sus inicios y hace un llamamiento entre los futbolistas a tener los pies en el suelo: "Me han enseñado que es muy importante valorar lo que se consigue en cada momento. Yo tengo otra mentalidad porque trabajé desde pequeño y jugaba al fútbol mientras estudiaba para mecánico tornero. Hice trabajos de metalurgia, recogía naranjas y uvas... Nunca pensé que el fútbol me daría de comer pero con 17 años, mientras trabajaba en los ferrocarriles del estado, debuté en Primera División. Así es como se aprecian las cosas. Muchos equipos quisieran tener los medios que tiene el Cádiz para trabajar. La gente joven no sabe valorar una ciudad deportiva".

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