Hago mía la nueva palabra inventada por nuestro amigo Pichili. El Cádiz dio ante el Albacete positivo en el Test Iculina, o lo que viene a ser lo mismo, se volvió a ver garra en el Ramón de Carranza después de muchos partidos marcados por la desidia.
Los futbolistas sabían perfectamente que las miradas de toda la grada ya no iban a ir al banquillo -porque ya no estaba Antonio Calderón-, sino que buscarían en el terreno de juego a los culpables de la situación. Algo tiene el agua cuando la bendicen, y algo tiene que tener Raúl Procopio cuando durante toda la semana dijo que "íbamos a sufrir" pero que "todo iba a salir bien". Y realmente salió bien, con el corazón más delicado de la cuenta, pero con el primer match ball de final de liga superado.
La victoria no hizo esperar la confirmación de Raúl como entrenador hasta final de temporada. El tiempo dirá si merecida o no, pero lo que nadie puede dudar es que el técnico gaditano desde el primer día que dirigió al equipo fue capaz de imprimirle un carácter que había desaparecido por completo. Tampoco es plan de lanzar las campanas al vuelo porque sólo ha sido una victoria con mucha suerte ante el Albacete, pero sin duda es un buen comienzo para acercarnos al objetivo de la permanencia.
Es cierto lo que dice Antonio Muñoz: "Hay que tener la cabeza fría". Precisamente con esa cabeza fría se tiene que comenzar a preparar la próxima temporada cuanto antes. Estoy convencido que Raúl Procopio es la mejor opción hasta final de temporada, pero si realmente queremos recuperar el tiempo perdido y la identidad abandonada. Lo mejor es que a partir del próximo 20 de abril, día que regresa Víctor Espárrago a España, se le devuelvan al uruguayo las riendas del equipo que nunca debió prescindir de él.
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